El pequeño fue educado en el Colegio Eton, y posteriormente pasaría a completar su formación académica en la Real Academia Militar de Woolwich, logrando luego formar parte del pelotón de destacados ingenieros que se concentraban entre ellos, como sucedía con cada una de las distintas profesiones del recinto. Allí llegaría, al cabo de un tiempo, al rango de Coronel.
En 1854, y con apenas 16 años, fue enviado como parte de este escuadrón a luchar en la Guerra de Crimea, que enfrentó al Imperio Ruso, en un bando, contra con unión de naciones, como lo eran en ese momento el Reino Unido, Francia, el Imperio Otomano y el Reino de Piamonte y Cerdeña. La contienda bélica se desarrolló en la península de Crimea, cerca del Mar Negro. No obstante, Francis se mantuvo alejado del frente de batalla por su nula experiencia.
A su vuelta, y desde 1860 hasta 1863, desempeñó el puesto de secretario principal de Sir William Stevenson, gobernador de Madagascar, que hasta entonces era una de las tantas dependencias que Inglaterra poseía boyando en el mundo. En esta etapa, además fue empleado de una de las compañías británicas más importantes de las que se habían asentado en África.
Nuevamente en su tierra, volvió a reincorporarse al Royal Engineers, es decir, la Academia Militar a la que pertenecía, y que desde 1863 contaba con su propio equipo de fútbol. Marindin no lo dudó ni un segundo y amante de los deportes como lo era, tomó un puesto en la defensa del equipo desde 1872, cuando en su primera temporada, y con él como capitán, el conjunto logró llegar a la final de la Copa FA, en la que caería derrotado ante el Wanderers 1 a 0, con gol de Morton Betts.
Luego de esta gesta, el Royal Engineers comenzó a hacerse famoso por ser uno de los pocos clubes de la región que intentaba jugar lo que por entonces se denominó “juego asociativo”, o “combinativo”, es decir, la preponderancia por el intento de tratar bien el balón, en lugar de apostar a los balones largos o las cualidades individuales de cada uno de los futbolistas que componían el conjunto, como se estilaba.
El Royal Engineers en 1872. Sir Francis Marindin, parado en el centro. |
1875 sería, definitivamente, el año de la consagración para el equipo de las fuerzas militares. La final de la FA Cup de ese año era ante el Old Etonians, y el primer encuentro terminó igualado 1 a 1 con goles de Henry Renny-Tailyour para los hombres de Marindin y Alexander Bonson para sus contrincantes. En la revancha no hubo color, el Royal Engineers se impuso por 2 a 0, cortesía de Cecil Wingfield-Stratford y, nuevamente, Henry Renny-Tailyour.
La alegría parece completa, pero no lo era. Francis Marindin no se encontró en cancha en ninguno de los dos encuentros. Había sido llamado de improvisto para cumplir una misión oficial, y por eso no pudo estar junto a sus compañeros, como sí lo había hecho a lo largo del torneo. Pero esta actividad paralela que desarrollaba poco tenía que ver con la milicia, sino que estaba asociada a su nueva ocupación: ser el tercer presidente de la Federación de Fútbol de Inglaterra, la FA.
Marindin desarrolló ese cargo con enorme eficiencia, al mismo tiempo que abandonó la práctica del fútbol como jugador para convertirse en árbitro, posición desde la cual le tocó dirimir la suerte de los finalistas de la Copa FA hasta en ocho oportunidades, siete de ellas consecutivas entre 1884 y 1890. La más curiosa, la de 1886, fue la primera en jugarse fuera de Londres, que consagraría al Blackburn Rovers ante el West Bromwich Albion por un global de 2 a 0.
Sin descuidar su labor dentro de los terrenos de juego, desde 1875 Francis también se había convertido en Inspector de la Cámara de Comercio de la ciudad, siendo toda una celebridad de la misma, y llegando, dos décadas después, a ser ascendido a la posición de Inspector General de Ferrocarriles de Inglaterra, por lo que se pasaba el tiempo recorriendo el país buscando imperfecciones en las máquinas.
En este puesto, redactó un detallado informe sobre accidentes de ferrocarriles que sería destacado por el siguiente acto parlamentario, que aseguró que a partir de allí las leyes de esta industria estarían regidas por sus estudios. Gracias a este magnífico desempeño, logró Marindin que en 1897 se le reconociera como miembro de la Orden de San Miguel y San Jorge, en su segundo escalafón jerárquico, “Caballero Comandante”.
Más allá de todo eso, a los cuatro años de haber adquirido el reconocimiento absoluto de quienes formaban parte de cada una de las disciplinas en las que se formó y desarrolló, fallecería luego de algunos problemas de salud, en su propia casa. Era el 21 de abril de 1900. Pasó hace más de 111 años, pero su historia está más viva que nunca.
Fuentes - [Wikipedia - Ancestry - Spartacus Educational - IFFHS - IFFHS]
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ResponderEliminarme respondes a munekitacat19@hotmail.com
besoss
Catherine
¿Cómo se jugaría en esa época? Sería lindo viajar en el tiempo y espiar un poco. Se me hace difícil imaginármelo en colores, ¿será que tengo poca imaginación?. ¿Existían ya los colores? ¿O sería todo el blanco y negro?
ResponderEliminarMe imagimo los comentarios de la época: "Ese Maridin juega bien pero le falta corazón". Y a la esposa de Francis diciendo: "Ahí viene mi Maridin todo embarrado".
Saludos
EL 10 Y 10 MÁS