lunes, 26 de septiembre de 2011

John Thomson, morir por el Celtic


Cuando conté la historia de Jacobo Urso, no pensé que me vería en la dificultad de tener que subtitular otra de ellas bajo el mismo nombre. Pero como no hay mejor manera de explicar los sucesos acontecidos con John Thomson, y considerando que probablemente más futbolistas hayan corrido esta suerte, dejo inaugurada aquí una especie de sección, “morir por los colores”.

Una leyenda del Celtic
De este guardameta hay que decir, en principio, que nació en Kirkcaldy, Escocia, el 28 de enero de 1909, y que se crió junto a su familia en la comunidad minera de Cardenden. Su padre trabajaba en el yacimiento llamado “Bowhill”, mientras que su madre se ocupaba de la casa y de los niños. Mientras tanto, él acudía al colegio Denend Auchterderran, donde comenzó a demostrar sus dotes para el deporte.

De hecho, sus primeros pasos en una portería los dio en el equipo de la institución, cuando jugaba con algunos alumnos mayores y hasta profesores, que estaban totalmente azorados por sus condiciones innatas para el fútbol, en crecimiento por aquel entonces. Junto a ellos, ganó la Copa local Lochgelly Times, y en una de las página del diario barrial, su maestro N. Lawton, aseguró que era un “guardameta de nacimiento, que constantemente practicaba para superarse”.

Cuando cumplió 14 años, y ya seguro de no querer continuar con sus estudios, ingresó a trabajar junto a su padre en la mina Bowhill, siendo su tarea en este establecimiento asegurarse del buen funcionamiento de los carros, que se encontraban a más de cien metros por debajo de la superficie. Pero su llegada a este empleo, también le significó unirse al equipo de la minera, el “Rovers”, que disputaba algunos amistosos luego de la jornada.

Al año siguiente, sus proezas ya eran conocidas en toda la región, y fue llamado por el Wellesley Juniors para unirse a su plantel, oferta que aceptó gustoso, apareciendo en una de las publicaciones más importantes de la ciudad, el diario “Fife Free Press”, que aseguraba que habían “desenterrado” a un verdadero campeón.

Luego de dos años de excelentes actuaciones con este conjunto, corrió el rumor en la ciudad de que el entrenador ni más ni menos que del gigantesco Celtic de Glasgow, Willie Maley, estaba buscando un portero de garantías para afrontar la siguiente temporada. Tras observarlo en un amistoso frente al Denbeath Star en octubre de 1926, finalmente el técnico se convenció, e hizo firmar un contrato al joven Thomson, de apenas 17 años, por una campaña, a cambio de diez libras.

En un principio, igualmente, había sido relegado al banco de suplentes por el veterano Pedro Shelvin, y así fue hasta el 5 de febrero de 1927, cuando el propio Maley decidió quitar a éste del equipo, luego de que encajara tres anotaciones “fáciles” en la victoria del Celtic ante el Brechin City, por 6 a 3.

Luego de ese partido, Thomson sería titular indiscutido hasta el final de la temporada, ayudando al Celtic a terminar segundo en la Liga, sólo por detrás del Rangers, y a ganar la Copa de la Liga, gracias a una estupenda actuación en la final frente al East Fife, en la que se equipo se impuso por 3 a 1. A partir de allí, sólo era cuestión de tiempo para que se le abrieran las puertas de la Selección de Escocia.

Y eso logró al cabo de poco tiempo, haciendo su debut en mayo de 1930 frente a Francia, y disputando luego encuentros ante Gales, Irlanda del Norte e Inglaterra, siempre con convincentes actuaciones.

Su vida deportiva en el Celtic siguió de maravillas, hasta el 5 de febrero de 1930, ante el Airdrieonians, cuando intentó una parada prodigiosa -que finalmente logró- tras la cual se chocó contra uno de los palos de la portería, produciéndose una fractura de mandíbula, diferentes lesiones en las costillas, y la pérdida de dos de sus dientes.

Al ser consultado sobre la prensa acerca de por qué se había arrojado contra el palo, John aseguró que había visto la pelota, y que no tenía otro objetivo que evitar que la misma ingresara. Sin embargo, su madre Jean tenía una opinión distinta, y le pidió que dejara de jugar al fútbol, ya que estaba segura de que “un día se mataría”.

La desafortunada jugada
Al año siguiente, no obstante, ya estando totalmente recuperado de ese accidente, logró vencer nuevamente en la Copa Escocesa, al derrotar en esta oportunidad en la final al Motherwell, en tiempo adicionado, por 4 a 2. A la postre, se trataría de las dos únicas conquistas que el guardameta obtendría al frente del Celtic.

Ya era toda una celebridad, y por eso mismo su casamiento ese año con Margaret Finlay, hija de John, el Manager General de la “Edinburgh Collieries Company Limited” y fanático del Celtic, fue un acontecimiento de gran calado social. A tal punto profesaba su amor la pareja, que era usual que ella fuera a verlo a cada encuentro, algo que no sucedía con las esposas de los futbolistas en esa época.

Pero todo cambiaría, o finalizaría, el 5 de septiembre de 1931, en uno de los clásicos del Old Firm, cuando el Celtic visitaba al Rangers en un colmado Ibrox Park, con cerca de 80.000 personas en las gradas, entre las que se encontraba, justamente, su esposa Margaret. El primer tiempo del partido transcurrió con total normalidad, y la expectativa para el segundo era total, considerando que se jugaban buena parte del campeonato allí.

Al comenzar esta etapa, se produjo una jugada en ataque del Rangers, en la cual John golpeó su cabeza con el atacante local Sam English, produciéndose una fractura de cráneo, y también la rotura de una de sus arterias del cuello. Inmediatamente, Thomson fue retirado del campo de juego en camilla, siendo que la mayoría de los espectadores no conocían la gravedad de la lesión y sólo pensaban que estaba mareado.

Cuentan algunas fuentes -video-, de todas maneras, que en medio del silencio de la multitud que observaba el terreno de juego, y la salida del guardameta, una mujer gritaba desconsoladamente. Luego, Jim Thomson, hermano de John y quien se encontraba junto a su cuñada, confirmó que había sido ella misma la autora de los gritos.

La tumba en su honor
Las ambulancias del hospital St. Andrews lo atendieron al instante, derivándolo a la clínica Victoria de Glasgow, donde se le diagnosticaron varias heridas en la cabeza, sufriendo además a las pocas horas una serie de convulsiones que empeoraron su estado. Por esa misma razón, el doctor Norman Davidson le operó de urgencia, pero sus esfuerzos no dieron resultados, y fue declarado muerto, pasadas las nueve de la noche.

La conmoción en el fútbol escocés al momento de consumarse la tragedia era total. Incluso el propio English manifestó su pesar en numerosas ocasiones, aunque nadie podía realmente echarle la culpa de lo ocurrido. No obstante, ante la amenazas del público escocés se marchó al Liverpool de Inglaterra, y se retiró en 1938, admitiendo que esa situación le había quitado la alegría.

El 9 de septiembre, cuando se produjo su funeral en Cardenden, acudieron al mismo unas 30.000 personas, y allí mismo se gestaron algunas de las estrofas de la canción que hoy está más vigente que nunca en su honor, escrita por Arbor Hill. Recién en 2008, y tras años de insistencia de Tom Greig, quien escribió la biografía de nuestro héroe, Thomson fue admitido como parte del Salón de la Fama del Fútbol Escocés.




3 comentarios:

  1. Sensacional, Augusto. Personalmente no conocía la historia de John Thomson. Estaba al tanto de otros míticos jugadores que corrieron la misma mala suerte, como Urso y el chileno Arellano de Colo Colo (te recomiendo consultar acerca de este último para tu sección).
    Nos seguimos leyendo.

    Saludos,

    Miguel

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  2. Muy buen artículo. Tampoco conocía esta historia, a pesar de ser un hecho tan trágico, seguramante Thomson tiene el privilegio de ser un héroe en el fútbol.
    Saludos

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  3. Muchas gracias a ambos por estar al tanto de los artículos, es un verdadero placer tener lectores de esta talla, buscare la historia de arellano a ver que tal, saludos!

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