viernes, 9 de diciembre de 2011

Alexandre Villaplane, el medio del terror

Nacido en Argelia, el 12 de septiembre de 1905, Alexandre Villaplane puede ser considerado seguramente como el futbolista con la trayectoria más cuestionable fuera de los terrenos de juego. Habiendo sabido ser un líder para su país de representación, Francia, supo ser uno de los más fuertes aliados nazis una vez retirado. Su historia, digna de mención.

Villaplane, mediocampista durante su carrera, había jugado profesionalmente en los equipos de Sete, Nimes Olympique, Racing Club, FC Antibes, y Niza, entre los años 1921 a 1934, siendo uno de los jugadores más destacados de Francia en estas décadas y, de hecho, el capitán del seleccionado galo que concurrió al primer Mundial de la historia, el de Uruguay 1930. Su personalidad avasallante era la clave de su dominio en el terreno, que había demostrado, aunque sin éxitos deportivos, en los Juegos Olímpicos de 1928.

Su trayectoria como deportista comenzó a mancharse hacia finales de la temporada 1932/33, cuando el Antibes, club en el que jugaba, fue encontrado culpable de una serie de arreglos de encuentros, y las sospechas cayeron entonces sobre el propio Villaplane. Aunque no se pudo demostrar su participación en el hecho, sus movimientos oscuros condenarían su vida de allí en adelante.

La temporada siguiente, siendo ya jugador del Niza, era un habitué en las apuestas de caballos en el hipódromo local, habiendo perdido casi todo el dinero que había ganado en su extenso periplo por clubes franceses. Incluso, a pesar de haber intentado volver a la actividad en el Hispano Bastidienne, un equipo de Segunda División, desistió y comenzó a buscarse otras actividades.

A la derecha, arriba, como capitán de Francia en Uruguay 1930
Los siguientes años, lo volvieron un habitante frecuentes de las cárceles de todo el país, a las que ingresaba siempre como culpable de hechos menores, casi todos relacionados con casos de corrupción y demás.

Pero sus contactos -y sus malas decisiones- le jugaron definitivamente una mala pasada, cuando encontró, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en la causa nazi como un buen puente para ganar algún dinero. Fue así que se unió a la brigada del norte de África, convirtiéndose en uno de los líderes del escuadrón denominado “SS Muhammad”.

Ya en 1940, a las pocas semanas de haber emprendido esta repudiable actividad, que se basaba generalmente en extorsionar a las familias judías, fue condenado a seis meses de prisión. A su salida, se unió a los líderes de la Gestapo en Francia, Henri Lafont y Pierre Bonny, especializándose en la venta del oro que le quitaban a sus prisioneros.

A sabiendas de que era perseguido por los propios franceses, en 1942 se trasladó a Toulouse, donde su ex compañero Luis Cazal le conseguiría una identificación falsa. Aunque lo volverían a encerrar por venta ilegal de piedras preciosas, al año siguiente consiguió ser liberado, y nombrado al poco tiempo uno de los cinco jefes de la Brigada del norte de África. Allí fue “condecorado” con el rango de “Untersturmführer”, utilizado tanto por la SS, como por la SA.

Ya en ese mando, su sección fue la encargada de atacar la resistencia de partidarios franceses, negociando la vida de 52 personas a cambio de dinero, que luego fueron asesinadas durante la "Matanza de Oradour-sur-Glane”.

Finalmente, sería condenado a muerte el 1 de diciembre de 1944 tras haber sido arrestado el 24 de agosto anterior, por su participación comprobada al menos otros diez asesinatos de personas inocentes, y sería ejecutado por un pelotón de fusilamiento el 26 de diciembre de 1944 en el Fuerte de Montrouge.
En los juicios en su contra, que duraron apenas días por la clara evidencia, el fiscal sostuvo que “varios testigos contaron haber visto, con sus propios ojos, como Villaplane arrancaba de las manos las joyas a judíos y gitanos, aún ensangrentados y moribundos. En su rostro, se reflejaba una profunda sonrisa de satisfacción. Parecía casi fortalecido”. Cuentan además las crónicas, que para salvar a alguien de una muerte segura, le pedía una cifra cercana a los 400.000 francos. Impagable.

Villaplane, que había sabido ser el primer futbolista africano en representar a Francia, uno de los mejores mediocampistas de su época, y el mejor cabeceador del fútbol por aquel entonces, será recordado siempre por la impresionante cantidad de crímenes que se le conocen, cuando muchos otros sólo quedan en la cada vez más borrosa memoria de quienes sufrieron su despiadado carácter y ambición sin límites.


Fuentes - [Wikipedia - The Guardian - Inside Football]

2 comentarios:

  1. No lo conocía. Menudo angelito. Desde su época de futbolista hasta su actividad posterior.

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  2. Totalmente, es una de las historias más increíbles en la relación tan estrecha que mantuvieron el fútbol y la Segunda Guerra Mundial

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