sábado, 13 de agosto de 2011

Eliseo Mouriño, de Banfield a la eternidad

Eliseo Mouriño nació el 3 de junio de 1927 en Mataderos, Buenos Aires, Argentina. Hijo de Antonio Mouriño y su esposa Concepción, de orígenes españoles, el chico se ganó el apodo de “el gallego”. Quedó huérfano de padre cuando apenas tenía cuatro años, aunque para ese momento, ya se encontraba entre sus pertenencias un vieja pelota de trapo, su compañía inseparable.

Con la pérdida de Antonio, Concepción se trasladó junto con sus hijos al barrio de San Cristóbal, donde el pequeño Eliseo comenzó a jugar al fútbol, primero en los descampados de la zona, y más tarde formando parte del equipo local “Superclub”. Fue allí, de hecho, donde impresionó a sus primeros entrenadores por su facilidad para entender el juego, y predisposición a dar órdenes a sus compañeros de equipo.

Fue así que, tan pronto cumplió 14 años, fue llamado por el directivo de Superclub Emilio Ferrari, quien además trabaja en el Club Atlético Banfield como gerente del fútbol, organizó un partido entre la quinta división del “taladro” y los jóvenes amateur. Sorprendentemente, el equipo de Mouriño se impuso por 4 a 2, y tanto él como su compañero Jorge Ruiz, fueron fichados por Banfield.

Por aquel entonces, se dedicaba a transcribir piezas de música para piano, aunque ante el evidente futuro en el fútbol, declararía: “Tuve que dejar. Mi profesión es la de jugar al fútbol y tengo la obligación de dedicarme exclusivamente a ella. Si tuviese otra ocupación no podría darle al fútbol mis cinco sentidos y más de una vez en un partido mi cabeza estaría en otra parte y sólo mi cuerpo correría por la cancha”.

Una vez como parte de esta institución, Mourinho completó su formación sumando un gran desarrollo atlético a sus cualidades innatas, y para el 1 de junio de 1946, estaba listo para debutar en la Segunda División del fútbol argentino. Lo hizo, concretamente, en la victoria de su equipo por 3 a 1 frente a Unión de Santa Fé.

Ese mismo año, Eliseo formó parte del equipo de Banfield que logró el ascenso a Primera División, aunque siendo habitualmente suplente. Sin embargo, tras su debut en la categoría, el 9 de mayo de 1948 ante Independiente, se consolidó como titular, y ya nunca dejaría el puesto hasta 1952.

En este período, Mouriño formó parte del equipo de Banfield que en 1951 finalizó en el primer puesto del torneo argentino, convirtiéndose en el primero de los no denominados “grandes” de aquel país en lograrlo. Sin embargo, la gesta fue igualada por Racing, que terminó llevándose el campeonato tras dos encuentros desempate.

En esta etapa, Eliseo se convirtió en uno de los futbolistas preferidos de los entendidos en la materia, ya que realizaba una novedosa variante táctica, inexistente hasta entonces. De hecho, si bien el comenzaba los encuentros compartiendo el mediocampo con Hector D'Angelo, cuando su equipo era atacado retrocedía hasta formar una línea de cuatro defensores junto a Domingo Capparelli, Osvaldo Ferretti y Luis Bagnato.

A mediados de ese mismo año, el técnico Emilio Baldonero pasó de Banfield a Boca Juniors, y tan pronto firmar su contrato, realizó una sola exigencia a los directivos “xeneizes”, lograr la contratación de Mouriño. Sin embargo, Banfield sabía del valor de su futbolista, y lo vendió recién llegada la séptima oferta por su pase, que se convirtió en uno de los de mayor valor realizado dentro del fútbol argentino hasta la época, y que fue tasado en novecientos mil pesos y el pase definitivo del jugador Felipe Magnelli.

Para 1953, Mouriño ya se había consolidado en el mediocampo de Boca, jugando en el centro de la cancha, y flanqueado por dos de quienes serían sus mejores compañeros en un terreno de juego: Juan Francisco Lombardo y Natalio Pescia. Gracias a ellos, el club pudo ser campeón argentino al año siguiente, cortando su mayor racha negativa hasta ese momento, de nueve temporadas.

Justamente en el campeonato de 1954 Eliseo, quien era un verdadero señor dentro del terreno de juego, recibiría la única tarjeta roja de su carrera. En el encuentro ante Vélez Sarsfield, su compañero Juan Carlos Colman recibió una terrible falta de parte de un rival. Mouriño reaccionó enseguida, y se ganó la expulsión de la cancha.

Paralelamente, sus actuaciones en Banfield ya le habían valido el ser citado a la Selección Argentina desde 1952, y fue uno de los integrantes del equipo que logró obtener la Copa América de 1955, disputada en Chile, aunque no disputó todos los encuentros. Posteriormente repetiría logró en 1959, al hacerse con la misma competencia, aunque esta vez en terreno argentino.

El segundo arriba, a la izquierda
En tanto, también se ganó un sitio para formar parte del plantel “albiceleste” que acudió al Mundial de 1958 en Suecia, aunque la pobre actuación de los sudamericanos terminó por aguar una fiesta de la que no se sentía tan partícipe por volver a ser utilizado como relevo.

Por otro lado, más allá de sufrir hepatitis, enfermedad que no le permitió jugar en 1956, hasta 1960 Mouriño siguió siendo un referente indiscutible tanto para los distintos entrenadores que pasaron por Boca como para los hinchas del club, pero en ese año, se instaló en el primer equipo Antonio Rattín, una de las grandes promesas de la cantera del club que desde hacía un par de años alternaba entre reserva y primera.

Convencido de que su aporte al equipo mermaría en los siguientes meses, a comienzos de 1961 Mouriño decidió aceptar la oferta que le hizo el ignoto club chileno Green Gross, donde jugaba su ex compañero de Banfield Gustavo Albella, y a pesar del interés de Ferro, Platense y Racing por sus servicios. Pero su respuesta positiva escondía también un deseo reprimido: acudir al Mundial que se estaría realizando en aquel país, algo que finalmente nunca pasó.

Artículo tras su muerte
Increíblemente, Eliseo no llegaría siquiera a debutar oficialmente con su nuevo equipo. Es que en la madrugada del 3 de abril de ese año, cuando la delegación del Green Gross viajaba desde Osorno hasta la capital Santiago, el avión que los transportaba perdió el control y se estrelló contra el cerro Linares, falleciendo todos los viajeros, en lo que se denominó “la tragedia de Green Gross”.

Dante Panzieri, uno de los más importantes periodistas deportivas de la Argentina, le elogiaba de la siguiente forma: “Cuando el fútbol se hace simple, casi llega a ser innecesario ser habilidoso. Corriendo, a veces trotando, se tiene ganada la tranquilidad de poder darle a la pelota un destino claro, efectivo y práctico. Casos: Mouriño, Pizzuti”.

Actualmente, una de las tribunas laterales de la cancha de Banfield lleva su nombre, en reconocimiento a quien sin dudas fue uno de los grandes jugadores surgidos de la institución, y el que, si no pudo agigantar su leyenda, fue sólo porque la fatalidad se lo impidió...

En el video, podemos ver la fuerte repercusión que el pase de Mouriño de Banfield a Boca Juniors suscitó en la época, y que se ve reflejado en la película argentina “La Señal”





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