jueves, 4 de agosto de 2011

Helmut Haller, la victoria y la derrota en el camino de ida y vuelta a Augsburg

Considerado de forma unánime como uno de los grandes futbolistas de la historia de su país, Haller fue el antecesor del camino que seguiría posteriormente Gerd Muller, aunque tal vez el hecho de no haber sido campeón del mundo le jugara en contra a la hora de entender por qué tanta diferencia de reconocimiento entre uno y otro. De todas formas su trayectoria sí le ha valido para ser uno de los primeros jugadores destacados de su país, tras Ludwig Janda, Horst Buhtz y Horst Szymaniak, por ejemplo.

Haller, que nació en julio de 1939 en Augsburg, comenzó su carrera en el club de la ciudad que lleva su mismo nombre, habiendo ingresado a sus divisiones juveniles cuando sólo tenía nueve años de edad, y entendiendo una filosofía de lucha muy propia de aquel momento de la vida de post guerra en Alemania.

Allí rápidamente comenzó a destacar entre sus compañeros, al punto de ser incluido en el primer equipo de cara a la temporada 1956/57. Desde un primer momento ya había actuado en la posición de mediocampista ofensivo, que si bien hasta el momento no estaba tan delimitada en el fútbol internacional, comenzaba a hacerse un sitio gracias a la aparición de jugadores como Haller.

Luego de algunos años en los que se estableció definitivamente como uno de los mejores jugadores de la Bundesliga, nuestro protagonista acudió al Mundial de Chile en 1962, en el que si bien Alemania sería eliminado por Yugoslavia en cuatros de final, varios ojeadores de distintos equipos, especialmente italianos, habían quedado sorprendidos por su gran nivel.

Fue así que a pesar de la lucha por sus servicios, el Bologna se hizo con sus servicios, pagando al Augsburg 300.000 francos alemanes, una cifra elevada para la época. Su desembarco en el Calcio no pudo haber sido más afortunado, ya que en su primera temporada, Haller se convirtió en uno de los mejores jugadores del Bologna, por aquel entonces de gran poderío, e incluso fue la gran figura en la victoria “rossoblu” ante un Inter dominador de la Serie A, que a la postre le daría el “Scudetto” a su equipo.

A tal punto alcanzó notoriedad entonces, que fue nombrado mejor jugador de esa temporada en Italia, siendo hasta el día de hoy uno de los grandes ídolos del Bologna, en donde jugaría seis temporadas más, manteniendo un nivel muy bueno, aunque sin alcanzar los picos de rendimiento de sus primeros meses. En total, jugó en el club 295 encuentros, anotando 80 goles.

Como parte de ese mismo proceso, y llegadas continuamente a Alemania las noticias sobre su gran rendimiento en el extranjero, fue nuevamente parte del proceso de clasificación al Mundial de Inglaterra 1966, al que llegaría como titular indiscutido, y con mucha mayor experiencia que a Chile. De hecho, en la primea ronda de la competencia anotaría dos goles, ambos en el 5 a 0 sobre Suiza, en el debut alemán.

Ya en cuartos de final, los germanos aparecían como una de las potencias del torneo, siendo Haller una de sus fuentes de confianza más importantes justamente Haller. De hecho, en esa fase anotaría otros dos goles, ante una débil Uruguay, y también marcaría en la semifinal de la competición, frente a la siempre complicada Unión Soviética, en la victoria 2 a 1.

De cara a la final, Alemania debía enfrentarse a los locales, y Haller no defraudó, ya que abriría el marcador en la gran final a los 12 minutos del primer tiempo, anotando así su sexto gol en el Mundial. No obstante, Inglaterra se impondría finalmente por 4 a 2 en un encuentro teñido de sospechas hasta el día de hoy, y el alemán fue opacado por los tres goles del británico Geoff Hurst.

Curiosamente, Haller pudo tomarse una pequeña revancha, ya que cuando los ingleses se encontraban en pleno festejo, decidió llevarse del campo el balón con el que se había disputado la final, que le correspondía al propio Hurst por haber anotado un “hat-trick”. 30 años después, recorrería al mundo la noticia de que el balón había sido devuelto a su legítimo propietario, gracias a una iniciativa del propio Haller.

Más allá de eso, el papel del mediocampista alemán en la gran cita del fútbol había sido visto por todo el mundo, y a pesar de jugar un par de años más en el Bologna, como mencionábamos, la Juventus hizo un esfuerzo y le contrato en 1968, gracias a uno de sus máximos accionistas, Giovanni Agnelli, el dueño de Fiat que se comprometió a pagar el fichaje, ya que se trataba de uno de sus futbolistas favoritos.

Una vez en la “vecchia signora”, Haller pasó dos temporadas muy difíciles de aclimatación, sobre todo a partir de los esquemas ultra defensivos del entrenador paraguayo Heriberto Herrera, quien le posicionaba por delante de la línea defensiva, quitándole maniobra y llegada a al área contraria, justamente sus mayores atributos.

Sin embargo, en 1971, y habiendo disputado también el Mundial de México el año anterior, aunque sin anotaciones ni un espacio fijo en el once titular, en gran parte debido a sus bajos rendimientos en la Juventus, pasaría a ser entrenado por checo Čestmír Vycpálek, quien le devolvió a su lugar natural, donde rápidamente volvería a ser considerado uno de los mejores del mundo, a pesar de tener ya 32 años.

Incluso, Haller se dio el gusto con la Juventus de obtener los campeonatos ligeros de 1972 y 1973, además de llevar al club por primera vez a una final de la antigua Copa de Europa, que los italianos perderían a manos del Ajax de Johan Cruyff, y a otra final de Copa Italia. En Turín, totalizaría 21 anotaciones en 116 encuentros disputados.

Luego de ello, en 1973, decidió regresar a su casa, y cuando decimos su casa nos referimos a Augsburg, y más precisamente al club donde había surgido. Allí estuvo hasta 1979, cuando se retiró de la actividad profesional, luego de un paso también por el Schwenningen, en la temporada 1976/77.

Tras abandonar el fútbol, se mantuvo cerca de los terrenos de juego, aunque en cargos de menor relevancia. No obstante, su recuerdo volvió a la mente de todos cuando su hijo, Jurgen, jugó algunos encuentros con el primer equipo del Augsburg, aunque sin demasiada suerte, a mediados de la década del ´80.

Su vida comenzó a apagarse tras la Navidad de 2006, cuando sufrió un ataque cardíaco, y aunque luchó, sometiéndose a varias operaciones, sólo su recuerdo está guardado en la retina de los hinchas que alguna vez le adoraron, y que para su regocijo, se cuentan por miles.



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