jueves, 11 de agosto de 2011

Nikolai Trusevich y el FC Start, evasión o victoria

Leía el otro día en Marca una noticia acerca del cumplimiento de los 69 años del denominado “partido de la muerte”, del que nunca había escuchado hablar hasta ahora. En la misma, se especificaba que el encuentro había inspirado además la película “Evasión o Victoria”, que contó con el protagonismo de destacados actores, como Michael Caine, Sylvester Stallone y Max von Sydow, además de futbolistas reconocidos, como Bobby Moore, Pelé u Osvaldo Ardiles.

Me pareció imperdonable no tener mayores referencia acerca de este hecho, y por eso mismo me propuse investigar y buscar quienes había sido esos jugadores, o héroes, que se vieron involucrados en esta historia que, como tantas, demostró que el fútbol no puede separarse de las cuestiones políticas y sociales que atraviesan una época.

Aunque podría hablar de alguno de sus compañeros, voy a contar la historia desde el punto de vista de Nikolai Trusevich, a quien podríamos definir en principio como un guardameta de origen ucraniano, que defendía la portería del Dinamo de Kiev cuando estalló la Segunda Guerra Mundial.

Era el 19 de septiembre de 1941, y las tropas de Hitler anexaban la capital ucraniana, por aquel entonces parte de la Unión Soviética, a sus tierras. Los campos de prisiones se llenaron de hombres, sin importar su condición ni profesión. Entre ellos estaba Nikolai, quien había logrado escapar con vida, aunque a sabiendas de ser perseguido de por vida bajo el régimen por sus orígenes.

Una vez comenzada la contienda bélica, el Dinamo de Kiev había dejado de existir de forma temporal, y Trusevich se ganaba la vida mendigando, al mismo tiempo que debía escapar de las SS. Sin techo y con ya notables síntomas de desnutrición sobre su cuerpo, un panadero de nombre Josef Kordik le propuso casa y comida a cambio de trabajo. El guardameta aceptó de muy buena gana, una vez enterado de los orígenes alemanes de su protector.

Sin embargo, la idea de Kordik no era la de brindar asistencia al deportista. El hombre había notado la beta comercial que podía aprovechar dadas las circunstancias, y se dirigió a altos mandos del ejército alemán, a fin de reunir a los mejores futbolistas de Ucrania bajo un nuevo club, y de esta manera comenzar a realizar partidos amistosos ante otros alemanes, para recaudar dinero gracias a la concurrencia del pueblo, que estaba ávido de ver a sus ídolos en acción.

Fue así, que entre esos talleres donde se creaba el pan que alimentaba a buena parte de Kiev, nació el FC Start, conformado por el propio Tursevich, además de siete de sus antiguos compañeros del Dinamo, y otros tres futbolistas del acérrimo rival, el Lokomotiv. Pero a estas alturas, ya no existían rivalidades. Estos hombres que habían sabido ser adorados jugando al fútbol, ahora eran mendigos de guerra, una especie de atracción de circo para los alemanes.

El equipo del FC Start
Los nombres de estos héroes, que conformaron aquel Start, eran: Nikolai Trusevich, Mikhail Putistin, Ivan Kuzmenko, Makar Goncharenko, Mikhail Sviridovskiy, Nikolai Korotkykh, Aleksey Klimenko, Fedor Tyutchev, Vladimir Balakin, Vasiliy Sukharev y Mikhail Melnik. Cuando ficharon por su nuevo equipo, varios de estos ya habían contraído neumonía, y llevaban más de dos semanas sin comer de forma decente.

Tan pronto los alemanes se enteraron de la existencia de estas especie de “Selección de Ucrania”, se mostraron ansiosos de enfrentarlos para demostrar, claro, la superioridad de la raza pura. Fue así que organizaron un torneo de seis equipos, cinco de ellos representados por integrantes del régimen.

Para el 7 de junio de 1942, jugaron el primer encuentro ante el FC Start, en el que los ucranianos se impusieron por 7 a 2. Algunas de las curiosidades de este encuentro, fueron que la camiseta de los improvisados eran overoles de trabajo, y que además habían cumplido su jornada laboral la noche anterior.

Cabe destacarse igualmente que luego, gracias a los donativos de los propios pobladores locales que se habían enterado de la noticia, once camisetas rojas, calcetines remendados y unos cuantos pares de botas viejas que les servirían de ahí en adelante.

De hecho, pocos días después, el Start superó también a un combinado de alemanes y húngaros por 6 a 2, y a la semana, derrotaron a un representativo rumano por 11 a 1. Pero nada sería tan decisivo como su victoria, también por 6 a 2, ante algunos de los altos mandos del ejército del “Tercer Reich”. A estas alturas, los “panaderos” eran conocidos en todo el país, e incluso se había ganado la afición de otras naciones.

Los germanos, que no podían soportar la situación, buscaron de cualquier forma destronar a Tursevich y compañía, y por eso arreglaron un encuentro ante los húngaros del MSG, el mejor equipo del imperio, que sin embargo no pudo hacer nada para evitar caer por 5 a 1 frente al Start. Heridos de muerte, buscaron a sus mejores futbolistas entre los integrantes de la Fuerza Aérea, creando el denominado “Flakelf”, un equipo que incluso luego sirvió de propaganda para Hitler, por su contrastada calidad.

El partido se desarrolló tal y como estaba previsto, y la victoria de los ucranianos por 5 a 1 no dejó dudas de cuál era el mejor equipo a todos los presentes. Fue entonces cuando los alemanes, desesperados, desvelaron la maniobra del panadero y el origen de sus rivales, por lo que les habían jurado la muerte.

La previa del encuentro ante los "nazis"
Sin embargo, la soberbia fue más fuerte que ellos, y decidieron organizar un encuentro “revancha”, para evitar la conversión en héroes de los “prisioneros”, y su perpetuidad en la derrota. Hitler y compañía confiaban en una victoria segura luego de amedrentar de todas las formas posibles al Start. El estadio escogido para el trascendental choque era neutral, el del Zenit de Rusia.

Increíblemente, cuando ambos conjuntos salieron al campo de juego, el árbitro se acercó a los futbolistas ucranianos y les dijo: “Soy el árbitro, respeten las reglas y saluden con el brazo en alto gritando ¡Heil Hitler!”. Sin embargo, decididos a no dejarse avasallar, los jugadores del Start recurrieron a un viejo truco, ya que gritaron “Fizculthura!”, una proclama a la cultura física que solía realizarse como burla al Fuhrer.

Comenzó el encuentro, y a los pocos minutos, el equipo de la Fuerza Aérea se puso en ventaja, lo que provocaba el regocijo de los jefes militares presentes en el estadio. No obstante, antes de la finalización del primer tiempo, dos jugadas de los ucranianos les pusieron por delante, y se fueron al descanso ganando por 2 a 1.

Pero podía intuirse que el vestuario no era un sitio seguro, y fue así que en esos minutos de recuperación, se acercaron al mismo varios visitantes, con una consigna clara: “si ganan el partido, los matamos a todos”. Esto provocó que algunos futbolistas no quisieran disputar el segundo tiempo, pero Trusevich y algunos otros hombres experimentados del equipo, animaron a los más jóvenes diciéndoles que era preferible “vencer que vivir”. En realidad, su destino estaba sellado desde hacía tiempo.

La segunda parte del encuentro se desarrolló normalmente, y los últimos minutos de partido llegaron con el marcador favorable a los ucranianos por 5 a 3. Allí sucedió una jugada que ha quedado grabada en la memoria de todos los presentes. El delantero Aleksey Klimenko superó a toda la defensa, incluido el arquero alemán, y cuando pudo convertir, regresó a la mitad de cancha y dejó el balón, en un claro signo de desprecio hacia sus adversarios.

La obra que les rinde homenaje
La prensa alemana, lógicamente custodiada por Hitler, resumiría el encuentro de esta singular manera: “Fue un partido entre el Start local y el Flakelf, un encuentro lo de menos fue el resultado. Fue un partido lleno de deportividad e igualdad. Enhorabuena a ambos bandos.

La pasividad de los militares alemanes sorprendió a los jugadores del Start, que incluso siguieron jugando el torneo, al punto de derrotar a otro equipo en su siguiente encuentro por 8 a 0. Pero la suerte estaba echada. Con la vuelta a casa, los oficiales de la Gestapo los estaban esperando...

Demás está decir que todos, a excepción de Goncharenko y Sviridovsky que no estaban en el lugar, fueron aprisionados y llevados al campo de concentración de Siretz. Allí los masacraron brutalmente, empezando por quienes más odio generaban a los alemanes: Klimenko y Trusevich, quien incluso tuvo la grandeza de morir con su buzo de arquero puesto...y hay quien dice que antes de dejar este mundo, afirmó a sus asesinos: “Podéis matarme a mí, podéis asesinarnos a todos, pero el deporte rojo nunca morirá”

Es por eso que hoy se los considera en su país héroes de guerra, ya que aunque no lucharon en un campo de batalla, lo hicieron en uno de fútbol...






2 comentarios:

  1. Increíble recopilación de jugadores míticos. Agrega mi blog si quieres a tu lista, y yo hago lo mismo con el suyo.

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  2. perfecto amigo, ya te agregue, espero que hagas lo mismo

    saludos!

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